El cuarto estaba oscuro, las ventanas abiertas y el aire azotaba fuertemente las cortinas, había pasado algo
terrible.
Ella, después de lo sucedido se sentó en un rincón, su cara empapada
en lágrimas era tapada por su par de manos sucias y llenas de sangre.
La sangre que estaba derramada en el piso de madera le pertenecía a su bebé
Que había sido producto de una violación por parte de su hermano. Ella
solo tenía catorce años.
Esa noche el bebé había nacido; era una hermosa niña de tés blanca. Carolina
dió a luz sola. Gritaba y tiraba toda cosa que se encontrara en su camino, finalmente
se introdujo al sanitario y se bajo rápidamente su pantalón. Sentada ya en la
tasa empezó a pujar con todas sus
fuerzas arañando las paredes alternas que la rodeaban. El bebé todo
mojado empezó a llorar, su madre no aguanto más, tomó un palo y le tiró fuertes
golpes por todo su cuerpo, en especial en su cabeza, la tasa llena de sangre y
con un producto (...)
Alin GUAdalupe Vargas Pérez
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