Un astronauta, que estaba ansioso por hacer su primer viaje a la luna, decidió un día ir a hacer una revisión de que todo estuviera bien en el cohete, pero al entrar escuchó una voz que le decía:
¡Hijo Mío!...
Él al escuchar esta voz comenzaba a buscar de dónde provenía la voz y por qué se dirigía a él. Luego comenzaban a caerse cosas y el cohete se movía demasiado, él quedó mareado y de pronto cayó al suelo golpeándose la cabeza, quedando inconsciente. Al despertar, se encontraba en un lugar extraño, diferente, tenebroso, donde solo había obscuridad, caminaba sin saber cuál terminaría siendo su destino, en el transcurso de su camino, se dió cuenta que caminaban más personas junto a él. Se dio cuenta al fin, que el lugar donde estaba era un abismo de transición, para que el pudiera llegar al paraíso, al pasar la puerta, vio a su madre con los brazos extendidos para recibirlo con un abrazo y entonces, pudo recordar que él había pedido varias veces a gritos volver a ver a su madre, pero jamás pensó que así sería su reencuentro con ella.
REVISÓ: Nadia Paredes Pavón
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